La salud en el invierno

salud en invierno

 

Quien se muda a Canadá sabe que tarde o temprano le va a tocar lidiar con el clima, con ese famoso invierno canadiense al que muchos le temen y que con seguridad llega cada año, a veces más suave a veces más intenso, pero siempre frío.  Sobre todo para nuestro cuerpo por tanto tiempo acostumbrado a las temperaturas tropicales…

Lo que no nos esperamos es que, luego de pasar varios inviernos y creer que ya estamos graduados en eso de aguantar frío, resulta que nuestro cuerpo tropical empieza a sufrir nuevos achaques por culpa de las bajas temperaturas. No importa si es nuestro primer invierno o el número diez. A muchos nos agarran desprevenidos la congestión nasal constante o el dolor de cabeza o la resequedad en los ojos y hasta dolor en los huesos. En cambio no recordamos haber sufrido de estos síntomas en el invierno anterior.

Y es que cada año el invierno es diferente y nuestro cuerpo también.

Uno en invierno espera lo de siempre: la gripe, la influenza y otros virus que se alborotan en esta época. Y empezamos nuestra tomadera de vitamina C y té con limón,  nos hacemos fanáticos del gel antibacterial y le huimos a todo aquel que ande mocoso. Pero más allá de lo típico, hay otros achaques que pueden aparecer así de repente. Por ejemplo…

 

Alergia al frío

Algunas personas de un invierno a otro se vuelven alérgicos al frío y andan con una congestión nasal continua durante toda la temporada. Esto no solo hace que respiren mal sino que al dormir, la calidad del sueño no es óptima y por lo tanto no descansen lo suficiente. Ahora bien, para combatir esto lo peor que pueden hacer es usar gotas nasales descongestionantes ¿la razón? Pues muy simple: estas gotas crean adicción. Después de 3 días de uso continuo se van a dar cuenta que no podrán prescindir de ellas, creando así un círculo vicioso. Lo que sí pueden hacer, es utilizar en su lugar gotas o spray de solución salina o fisiológica, tomar un baño caliente justo antes de dormir para que el vapor de agua nos ayude a despejar las vías respiratorias, y también pueden colocar un humidificador en la habitación, que básicamente cargará de vapor de agua el aire que respiramos, ayudando a combatir la congestión.

 

Migrañas

A otros las primeras bajas temperaturas les causa un inevitable dolor de cabeza que puede estar producido porque inconscientemente tensamos los músculos del cuello y las sienes cuando sentimos frío. También los cambios en la presión atmosférica, así como el horario de invierno, afectan nuestros niveles de serotonina y esto incide en la aparición de migrañas y dolores de cabeza por tensión.  Es por ello que en esta época es bueno recurrir a terapias como la meditación, la relajación, el yoga y los masajes terapéuticos. Hay algunos más osados que juran que la comida picante los ayuda a descongestionar las vías respiratorias, aliviar los dolores de cabeza y por supuesto hacer que el cuerpo entre en calor y hasta quemar calorías.  Es por eso que en Canadá la «spicy food» es súper popular y se la van a encontrar en todas partes.

 

Visión nublada

Recuerdo que en mi segundo invierno comencé a ver borroso, sobre todo de noche. Veía como un halo alrededor de las luces y mis ojos me ardían inexplicamente. Mi médico familiar me alarmó con un diagnóstico de “principio de glaucoma” y salí disparada a verme con mi oftalmóloga. Después de hacerme todos las pruebas posibles para darme calma a mi y al family doctor, mi doctora me explicó cómo el aire seco de la calefacción nos reseca los ojos produciendo el ardor y la visión nublada. Para completar, me dijo  que quienes trabajamos pegados de la computadora tenemos la tendencia a pestañear muy poco, y por lo tanto nuestros ojos no se lubrican lo suficiente. La solución fué muy simple: utilizar lágrimas artificiales y pestañear más seguido.

 

Cuestión de costumbre

Como es de esperarse, estos inconvenientes de salud ocurren más que todo en el primer invierno, cuando el cuerpo apenas se está adaptando.  Ya para el segundo puede ser etapa superada, o a lo mejor vendrán otros síntomas diferentes. En lo personal, hemos notado que ahora en nuestro invierno No. 4 ya no sufrimos tanto de congestión, pero en cambio un día que otro la piel nos pica o tenemos los ojos muy resecos, gracias a la calefacción que está en todas partes. Lo que estamos haciendo es empatucarnos de crema humectante y andar con el frasquito de lágrimas artificiales para todas partes.

La mejor manera de ayudar a nuestro organismo a lidiar con el invierno es interactuar con él. Por algo será que en el colegio sacan a los niños al patio todos los día, al menos dos veces al día. Bien abrigaditos eso sí, pero salen. Y si los niños pueden, los adultos con más razón.  

Siempre escucho que la gente usa la excusa de ser “friolentos” o tener poca resistencia al frío para encuevarse todo el invierno mientras la vida ocurre allá afuera. La resistencia hay que desarrollarla, como van haciendo los niñitos canadienses desde chiquitos. Así mismo nosotros, inmigrantes de tierras calientes, podemos lograr sobrellevar las bajas temperaturas y mejor aún..¡disfrutarlas!

En invierno hay que salir a ejercitarse, hay que aprender a caminar sobre el hielo, hay que estirar esos músculos aunque haga menos 10 allá afuera. Nuestros pulmones se deben acostumbrar a respirar aire frío…en resumen, hay que ayudar a nuestro cuerpo a adaptarse al clima canadiense, y esto no se logra encerrados en casa. Es tan sencillo como irse al patio a jugar con los niños o salir a darle la vuelta a la cuadra. En todo caso, abríguense bien, pónganse sus botas, sus guantes, sus varias capas de ropa, y salgan a vacilarse el frío. No solo durante el primer invierno, porque “hay que acostumbrarse”, sino todos los que vienen.  Su cuerpecito tropical se los agradecerá.

Y si aún no se animan, sigan el ejemplo del panda: