Hace unos días mi Mamá me envió un mensaje al celular que decía: «Te recomiendo leer el artículo de Elizabeth Fuentes ‘Los Padres Huérfanos´, de El Nacional». Anoche recordé que tenía esa lectura pendiente, así que me dispuse a buscarlo. Lo leí y enseguida decidí que era importante compartirlo en este espacio.
¿Porqué?
Porque aquí siempre les hablo desde la perspectiva de la que se fué. Ya es momento de mirar este asunto de emigrar desde la óptica de los que se quedan. Y quién no lo podría explicar mejor que una madre…
A continuación, un extracto del artículo:
6.12: “DIA DE LOS PADRES HUÉRFANOS” por ELIZABETH FUENTES
”Madre muerta caminando” es como lo describo, mala traducción de ‘men dead walking’, que es como rotulan a los condenados a muerte mientras atraviesan el pasillo que los llevará a la silla eléctrica.
Exagerada la comparación, por supuesto, pero igual lo repito mentalmente cada vez que me despido de mi hija y comienzo a atravesar ese trocito de aeropuerto donde ya no hay regreso, y me volteo para mandarle un besito volado con cara de que “estoy bien” y ella me responde guapeando por no llorar, mientras mi yerno, mi otro hijo, la abraza fuerte porque sabe lo que le espera cuando lleguen a casa y vean la habitación vacía.
Todos mis sobrinos ya se fueron. La única que faltaba se acaba de largar a Australia, que es como decir “más nunca”.
“Eso no tiene consuelo”, les digo a mis hermanos como se lo he repetido a varias de mis amigas que pasaron por semejante dolor.
En nuestras reuniones familiares ya no hay jóvenes, solo padres que hablamos de hijos ausentes, del nido vacío antes de tiempo, de lo caro que están los pasajes, de las maromas para cancelar la tarjeta de crédito a tiempo hasta el próximo viaje.
Mi hija, les hago el chiste, llena la nevera y la despensa con maravillas para que yo no tenga que gastar nada en eso.
No hay manera de que entienda que para un venezolano ir a Whole Foods es como visitar el Moma y que salir a caminar a cualquier hora o caerse a palos en un bar hasta las dos de la mañana, es ahora un derecho humano solo para privilegiados.
Los jóvenes que conozco -profesionales, inteligentes, echados pa’lante-, meten el verbo “irse” en su conversa con tanta naturalidad como la palabra “secuestro”.
Una de ellos me contó, tranquilaza, que a la hora de una emergencia etílica en pleno bonche, mandan al más pelabolas a comprar la caña o el hielo, porque no es secuestrable.
Pero no solo se van por razones “mercantilistas”, como metió la pata una de las tantas ministras de salud que tampoco sirve para nada: la señora que gerencia nuestra casa me dice que quiere mandar su muchacho de vuelta a Colombia ¬ un jovencito buena conducta- porque en su barrio todo es drogas, asesinatos y ajuste de cuentas.
Cada día me llega con un cuento más espantoso que el anterior. Que si a la clase media se le van los hijos, a los humildes se los asesinan, un dolor incomparable a nuestro rito de aeropuerto.
Una nadería nuestra despedida frente a una espera a las puertas de la morgue.
Mi hija se aterroriza cada vez que aparece Venezuela en las noticias: presos descabezados, atracos en cine, asaltos en las iglesias, narcotráfico, un presidente amenazando con sandeces, secuestros cash, protestas callejeras, gente matándose por un kilo de harina PAN.
A veces me pide que me quede, que no regrese a ese infierno.
Entonces me imagino hablando un inglés con mucho acento, sin amigos, sin historia, sin nada que hacer, pendiente del país y del resto de mis amores por Internet, cada vez más enfurecida con este destino que nos ha impuesto esta catajarra de malas personas que dicen gobernarlo.
Porque esa gente no es ni de izquierda ni de derecha. Además de incapaces y flojos, son unos indecentes, así de simple.»
Comparto tu impotencia Elizabeth, no te imaginas cuánto. Sé que mi mamá y otros muchos padres de hijos emigrantes también lo hacen.
Impotencia por tener que irnos de un país que ya no era capaz de ofrecernos nada, de tener que convertirnos en otros «jóvenes profesionales y echados pa´lante» que tuvieron que irse y dejar atrás a nuestras amadas familias.
El artículo completo fué publicado en el diario venezolano «El Nacional» el domingo 6 de octubre de 2013. Su autora, Elizabeth Fuentes, es una «Periodista todo terreno, columnista de El Nacional. Dramaturga y escritora» como se define en la Bio de su cuenta de Twitter @fuenteseliz. Si pueden, no dejen de leerla.