Tengo que reconocer que durante gran parte de este año estuve esperando poder contarles este momento. Finalmente en los últimos días de Diciembre tuvimos en nuestras manos los pasaportes con la flamante estampa de la Visa Canadiense. De más está decir lo bonito que se ve el logo de Canadá en el pasaporte…
Fer y yo fuimos a la Embajada, en un día de lluvia y sol intermitentes. Estuvimos desde las 11:30am frente al portón, de primeros, como buenos venezolanos que saben que en toda cola mejor llegar de primeros. Sin embargo, no pudimos entrar sino hasta las 2pm que es cuando toca el turno a los que van a retirar documentos. Nos impresionó ver a una gran cantidad de personas esperando en la fila, muchos iban a gestionar la visa de turista, lo que nos hizo pensar dos cosas: aunque creemos que en el país hay crisis, siempre habrá dinero para darse un viajecito al exterior, y dos, ¿a quién se le ocurre viajar a Canadá en pleno invierno ??? En fin, cosas del gentilicio…
Un poco antes de las 2pm nos hicieron entrar, y recordamos que no importa cuánto frío esté haciendo en la intemperie de un día lluvioso caraqueño, en la sala de espera de la Embajada SIEMPRE habrá MAS FRIO 😀 A pesar de eso, la emoción nos permitió soportar las bajas temperaturas de la sala y saber que de algún modo esa es la manera en que Canadá nos dice: Bienvenidos… y acostúmbrense!
Entramos a la taquilla «del espejo»: un cuartico cerrado donde la taquilla está cubierta por un vidrio/espejo, que no permite ver la cara al oficial, sino tu reflejo. Supongo que lo hacen para que no asocies el momento de alegría con la cara de un extraño, sino con la tuya. O también, para que te entretengas haciendo muecas en el espejo mientras te hacen esperar más de 10 minutos allí parado (como a nosotros). O para que simplemente puedas verte la expresión de felicidad cuando te entregan POR FIN la visa.
Cuando finalmente nos atendieron en la taquilla, entregamos el ticket para retirar los pasaportes. Preguntaron quién era el aplicante principal (Fer) y le pidieron la cédula de identidad. Luego nos dijeron que esperaramos afuera, salimos y a los 2 minutos llamaron de nuevo solo a Fer. El entró y salió casi enseguida con los pasaportes en la mano y las 3 planillas IMM5292, que no se pueden doblar ni deteriorar y que se firman en presencia del oficial de inmigración al entrar a Canadá. Nos llamó la atención que solo nos entregaron eso, nada mas. Nada del montón de documentos que fuimos consignando en nuestro expediente durante estos dos años. Habíamos llevado un sobre extra-oficio en el que cabe perfectamente la planilla, y otro de plástico para cubrirlo y guardar el resto de los documentos que no nos entregaron. La verdad, de la emoción no preguntamos porqué no lo hicieron.
Y listo! Respiramos aliviados… Nos abrazamos, satisfechos de haber logrado tan ansiada meta y corrimos a mostrarle los pasaportes a nuestros familiares. Ahora sí: Estamos listos!
Y así se cierra el primer capítulo de esta historia, que bien podría ser apenas la introducción del verdadero viaje como inmigrantes a un nuevo país. Allá nos espera nuestro nuevo hogar, nuevas vivencias, amigos, lugares… Allá nos espera nuestra nueva vida en Canadá!