Irse ligeros de equipaje

Esta frase me llamó la atención cuando la leí en algún foro de emigración, y se refiere a que es muy importante aprovechar el tiempo mientras se esperan noticias de la embajada, para comenzar a poner en orden aquellas cosas que se quedan o que se van con nosotros y también, para adelantar  las diligencias y trámites pendientes antes de la partida.

Fer y yo siempre hemos coincidido en que para todo eso necesitamos  por lo menos 3 meses antes de montarnos en el avión con la visa en la mano, y la verdad, es probable que nos quedemos cortos de tiempo. Así que porque no organizarse y adelantar todo lo que se pueda.

Obviamente esto dependerá de las circunstancia personales de cada quién.  Por ejemplo, hay familias que antes de irse deben vender alguna propiedad, o finiquitar un negocio, o preparar documentos legales. Lo cierto es que todos tenemos algo que hacer antes de partir, inclusive sacar tiempo para las despedidas o reunirnos con ese amigo que siempre tenemos presente pero cuya visita siempre vamos postergando.

Hagamos una lista de lo que se nos ocurre que podemos hacer para aprovechar el tiempo:

1. Decidir el destino de las pertenencias. Esto incluye desde propiedades como la casa y el carro, hasta nuestra ropa, muebles, libros… Podemos decidir vender algunas cosas, otras las regalaremos, otras las donaremos, otras se van en la maleta. Pensamos hacer un inventario y clasificar los ítems según lo que hemos planeado para ellos. Por ejemplo, tenemos dos vehículos, y ambos van a ser vendidos. Es probable que uno de ellos se lo vendamos a un familiar (que ya manifestó su deseo de comprarlo). Para los dos debemos realizar la revisión de rigor y planificar el mantenimiento que sea necesario (incluyendo el costo), investigar sobre el precio de venta, entre otros detalles. Lo mismo aplica para los que deben vender su casa u otra propiedad «grande».

Igualmente, los muebles y electrodomésticos demandan mucha planificación. Seleccionar aquellos que se venderán y comenzar a asignarles precio, realizar las reparaciones que ameriten, ir pensando en el mecanismo de venta. Como me dijo un buen amigo que emigró este año, hay cosas que uno piensa que se van a vender rápido y no es así. En el caso de las cosas que decidimos donar o regalar, si ya no las estamos usando, porqué no entregarlas de una vez y así adelantamos ese paso.

Un punto importante  es considerar las implicaciones económicas: cuánto dinero estimamos recibir por la venta de nuestras cosas, los gastos asociados a todo este movimiento, y cómo ambos se reflejarán en nuestro presupuesto.

2. Tramitar los documentos legales. Muchos postergamos esto hasta el último momento, ya que puede ser complicado gestionar un papel que tiene como principal condición que te vas del país, y eso no ocurrirá de inmediato. Sin embargo, conociendo la lentitud y burocracia de nuestras instituciones, no está demás hacerse otro inventario de documentos legales pendientes y determinar cuál de ellos se puede comenzar a tramitar con tiempo. Ejemplos: los papeles del carro (y con más razón si lo vas a vender), la renovación de documentos civiles como las partidas de nacimiento (que ya no se vencen, pero igual se puede solicitar una copia certificada «actualizada»), lo papeles académicos: legalizarlos y apostillarlos para uso en el exterior. El famoso poder notariado que se le deja a un familiar de confianza es algo que en general se hace justo antes de partir, pero sería conveniente ir buscando al abogado, conocer los costos y recaudos, y muy importante: el tiempo que se tarda el trámite (no deberíamos dejar ésta o ninguna firma para el día que nos embarquemos en el avión).

3. Preparar nuestros archivos digitales. No sé cuántos de ustedes acostumbran a hacer respaldo de sus archivos digitales, pero además de ser una buena práctica requiere de mucha organización. Este es un buen momento para decidir cual respaldo nos vamos a llevar, y de qué manera: en un pendrive, DVDs, unidad de disco externo, o en el disco duro de la laptop. Algo que ya nosotros hemos adelantado es la digitalización de algunas fotografías familiares y otros documentos importantes. De hecho, preparando el paquete de recaudos para la embajada, comenzamos a escanear casi todos los documentos solicitados y así fuimos creando ese archivo digital, que ahora nos vamos a llevar en un disco duro externo de 500Gb que Fer compró especialmente para eso.

4. Dejar de huirle a las revisiones médicas. Aunque la salud debería ser impostergable, muchos de nosotros (emigremos o no) vamos dejando para última hora la visita al médico. Aquí debemos pensar no sólo en exámenes de rutina (como la citología de las chicas), sino también en tratamientos específicos que cualquiera de los miembros de la familia necesite y que en Canadá sean sencillamente impagables. Por ejemplo, a nuestra hija debemos renovarle la fórmula de sus zapatos ortopédicos y yo debo agendar mi visita anual al odontólogo. Vamos  a aprovechar de pedir los informes médicos pertinentes para traducirlos y llevarlos con nosotros, ya que podrían ser solicitados en alguna visita futura al médico canadiense.

5. Estudiar y seguir estudiando el idioma. Idealmente deberíamos practicar inglés, francés, o ambos todo el tiempo, porque al bajarnos del avión ya toca comenzar a defenderse en el idioma. No está de más aprovechar los meses previos para inscribirse en algún curso conversacional, leer a diario publicaciones en inglés y quitarle los sub-títulos a las series y películas. Esto es algo que debimos hacer desde el primer día que decidimos emigrar, y que se tiene que hacer hasta el último.

Como verán es mucho lo que se puede adelantar mientras esperamos. El propósito de todo esto es “irnos ligeros de equipaje», dejando la mayor cantidad de asuntos cubiertos, sintiendo que podemos partir tranquilos porque cumplimos con los demás y con nosotros mismos.

La idea es empezar de cero en Canadá con la cabeza fresca y la mente puesta en lo que viene.

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