Bienvenidos a Canadá!

Ya cumplimos nuestra primera semana en Canadá y hay muuucho contar! Pero me ha faltado tiempo para escribir en el blog, y es por eso que ahora tengo un montón de historias acumuladas, que van desde que llegamos al aeropuerto, las primeras diligencias y hasta nuestra primera compra de supermercado…

Esto ha sido un viaje en montaña rusa, ida y vuelta…tanto que aprender, asimilar y disfrutar! Una de las primeras cosas que nos afectó casi enseguida, fué el tema de la luz del sol. Como en esta época el sol sale muy temprano y se pone casi a las 9 de la noche, pues continuamos haciendo diligencias sin darnos cuenta de que es tardísimo (según nuestro reloj biológico venezolano) y todos estos días nos hemos ido a la cama casi a la 1am, bastante cansados y hasta medio aturdidos.

Nuestro viaje desde Maracaibo a Toronto vía Panamá fué bastante tranquilo, aunque largo y cansón. Tuvimos un tránsito en Panamá City de 10 horas, donde aprovechamos para encontrarnos con una prima muy querida, comer riquísimo y hasta dormir un poco. Aunque pasamos todo el día viajando, casi al comienzo del día lunes 21 de Mayo aterrizamos en Pearson Airport, medio dormidos pero emocionados de pisar POR FIN tierra canadiense…nuestro sueño se había cumplido!

Al bajarnos del avión, en seguida respiramos ese aire de modernidad y primer mundo, y lo primero que encontramos y agradecimos fué una rampa automática que nos llevó por un largo trayecto hacia las oficinas de aduana. Ya no recuerdo si antes o después de esa rampa están las famosas puertas de vidrio donde dice en un letrero grandote «Welcome to Canada», pero ciertamente fué un momento emocionante para nosotros y aprovechamos para tomarle la fotico para el recuerdo…

A pesar de la hora, el aeropuerto estaba bastante concurrido y tanto en Aduana como en Inmigración tuvimos que esperar un par de minutos por nuestro turno. Recordé lo que siempre nos contaban sobre que los oficiales de aduana tienen «cara de póker» y te dicen lo estrictamente necesario. En esta sección, entregamos la hojita de declaración de aduanas que la aeromoza nos dió en el avión (solo hay que llenar una por familia, aunque ella diga que es una para cada uno). El oficial de aduanas la revisó, le hizo varios rayones con un resaltador y nos indicó que pasáramos a Inmigración, al fondo a la derecha…

Al llegar a esta otra sección, aunque habían varias ventanillas, solo dos de ellas estaban operativas a esa hora (12:30am). Aqui hicimos una pequeña colita, detrás de un grupo de asiáticos y europeos, y al llegar nuestro turno nos atendió un agente muy sonriente y amable. El muchacho nos pidió nuestros pasaportes y la forma IMM5292 (la planilla grandota de landing que no se puede doblar), allí confirmó nuestras identidades, se asomó por la ventanilla para saludar a Sofia, nos pidió una dirección para enviar nuestras tarjetas de residentes y nos preguntó cuánto dinero pensábamos destinar para nuestro settlement en Canadá, y si traeríamos algunos bienes más adelante. Luego, nos pidió a cada uno firmar las formas de landing, las dobló y anexó a cada pasaporte. Aquí nos hizo mucho hincapié en la importancia de conservar muy bien estas formas, o que inclusive, las podíamos guardar en la caja fuerte de un banco, ya que las mismas parece que son MUY difíciles de reponer (en el caso de que se dañen o se pierdan), y las van a pedir en el futuro para algunos procesos, como aplicar a la ciudadanía o si decidíamos optar por un plan de retiro en Canadá.

Luego nos pidió que pasáramos a una pequeña sala de espera por 5 minutos, mientras cargaba nuestros datos en el sistema. Cuando nos volvió a llamar, nos entregó nuestros pasaportes, nos indicó la salida para buscar nuestro equipaje, y nos dijo de nuevo (adivinen qué?) Bienvenidos a Canadá!

Y así fué nuestro landing: simple, muy simple.

Aunque es imposible no estar nervioso, realmente no existen razones para estarlo. Todo es muy sencillo, los oficiales son en extremo amables, y es un proceso bastante rápido que no duró más de 20 minutos. Me parece importante tener para ese momento los pasaportes y las planillas bien ubicados en el equipaje de mano. Muchas veces leímos que nos pedirían estados de cuenta impresos y la famosa lista de artículos que traimos con nosotros, y aunque teníamos ambos recaudos listos para entregar, pues se quedaron aburridos en su carpeta porque nunca los pidieron. Claro, quizás ese fué nuestro caso y a otros si se los pidan.

También nos ayudó tener a mano (impreso en un papel dentro de la cartera) la dirección de nuestros amigos a donde nos enviarán las tarjetas de residentes, las cuales según el oficial, llegarán de 6 a 8 semanas por correo.

Cuando finalizamos este paso y fuimos a la retirar nuestro equipaje, un empleado del aeropuerto nos ofreció ayuda, y montó las 6 maletas y los 2 carry-ons en un carrito tipo plataforma. De allí nos siguió hasta la salida (donde por cierto, nadie revisó si ese equipaje era nuestro) y allí nos encontramos con nuestros amigos, abrazos y lágrimas de felicidad de por medio, que nos dijeron otra vez…

Bienvenidos a Canadá!

Haciendo maletas

Seis maletas, dos carry-on, un bolso con la laptop, mi cartera, el morral de Sofia y su osito de peluche. Ese es nuestro equipaje.

Ya mañana es el gran día, y después de la tarea casi infinita de desocupar nuestro apartamento, repartiendo muebles, cajas y otras cosas, aquí y allá; toda nuestras pertenencias quedaron resumidas en varias maletas.

La aerolínea COPA nos permite llevar dos maletas de 23 Kg y una maleta de mano de hasta 10 Kg.  Inicialmente nuestra intención era llevar solo 5 maletas medianas, todas con ruedas, para que entre nosotros dos pudieramos empujarlas hasta encontrar un carrito. Cuando nos dimos cuenta que ibamos a necesitar una sexta maleta, pensamos que después de todo, fué una buena estrategia dejar esa «holgura» en el equipaje. Así pudimos empacar practicamente todo lo que queríamos llevar sin tener que dejar nada por fuera o pagar equipaje adicional.

La tarea de empacar fué practicamente mi gran reto, mientras Fer se dedicaba a la mudanza y a entregar los muebles. Y la verdad, yo encantada, porque hacer maletas es mi parte favorita y significa que la aventura (ahora si) está a punto de comenzar!

Como ya faltan pocas horas para el viaje, me tomé un tiempito para compartirles mis anécdotas sobre cómo hice el equipaje más importante de nuestra vidas:

  • Dos semanas antes del viaje empecé a guardar cosas. Lo primero que empaqué fué obviamente lo que casi nunca usamos, pero queríamos llevar. Dejé para el final nuestra ropa y zapatos de uso diario, los cosméticos y los juguetes de Sofia.
  • Usualmente cuando viajo acostumbro guardar todo en bolsas, agrupando las cosas según varios criterios. Esto ayuda a que la maleta esté más organizada y así, si quiero sacar solamente la ropa interior por ejemplo, pues está toda junta en la misma bolsa y no hay que revolver toda la maleta. En esta ocasión, mi cuñana nos regaló unas bolsas maravillosas de empacado al vacío, que permiten guardar más cantidad de ropa en el mismo espacio y son ideales para las piezas grandes, como las chaquetas o los edredones (pero ojo, el peso final no varía).
  • Traté de llenar todos los espacios que conseguí. Por ejemplo, apliqué la típica estrategia de meter las medias dentro de los zapatos, o las bolsitas de bisutería en los estuches de los lentes de sol.
  • Antes de guardar los electrónicos o cualquier otro artículo que se deba declarar en aduana, hay que anotar las características. Me tocó deshacer un par de maletas, buscando las cajas de los teléfonos celulares para anotar sus seriales, y no recordaba donde las había metido…
  • El algún momento, se nos ocurrió hacer un «índice de maletas», y fuí anotando mas o menos lo que metía en cada una. Pero al final, cuando me tocó llenar espacios vacíos, perdimos un poco la cuenta y hasta ahí nos llegó la iniciativa del índice. De todas maneras, no es mala idea anotar al menos dónde guardamos las cosas mas importantes, o las que necesitaremos desempacar en primer lugar.
  • Al terminar, conviene pesar las maletas y si se han pasado del peso permitido, comenzar a re-distribuir la carga. Es mejor hacerlo en casa y no tener que hacerlo en el aeropuerto.
  • Normalmente, y por sentido común, me gusta designar una maleta para cada miembro de la familia y guardar en ella su ropa, zapatos, accesorios, etc. Se me había ocurrido también guardar todos los juguetes juntos, las medicinas juntas, y así. Luego tuve el terrible pensamiento de que si se perdía por ejemplo la maleta con TODOS los juguetes no me lo perdonaría. Y Sofía tampoco. Así que empecé a distribuir! En casi todas las maletas hay pertenencias de todos, y de todo un poco.
  • Por supuesto, seguimos la recomendación de llevar en el equipaje de mano nuestros documentos personales importantes, además de los récipes de las medicinas y los formularios donde declaramos lo que llevamos con nosotros (artículos electrónicos y chucherías venezolanas).
  • Para Sofía, empacamos en su morral sus infaltables objetos de entretenimiento: videojuegos, libreta y marcadores para pintar, y su oso de peluche.

Si tuviera que hacer esto otra vez, comenzaría a empacar un mes antes y dejaría lo mínimo para la última semana. Les repito, el tiempo se pasa volando, tan así que uno queda aporreado de cansancio, y hasta despeinado y todo! Mejor hacer las cosas con suficiente antelación, porque se trata de lo que nos llevaremos para iniciar una nueva vida, ni más ni menos…. Ah! y no se les olvide empacar los recuerdos y el corazón!

Con mudanza incorporada

Me encanta decir que estamos desarmando nuestra vida en pequeñas piezas y metiéndola en 6 maletas. Pero les digo, también da mucha flojera empezar a organizar el montón de papeles que tenemos archivados y decidir qué botar, qué llevar…Lo mismo pasa con todo lo demás: la ropa, los zapatos, los utensilios de cocina, los libros… Y ni hablar de los juguetes! Confieso que le estuve huyendo a la tarea de organizar los mil y un juguetes de todos los tamaños que tiene nuestra hija en cada rincón de su cuarto. Aunque ya hemos donado algunos (sobre todo los que vienen con la Cajita Feliz, de los cuales hay decenas en mi casa) aún nos quedan los «imprescindibles», como el osito de peluche o las Pin y Pon, que están esperando pacientemente su cupo en la maleta.

Hay que aceptar que en la mayoría de los casos la emigración viene con mudanza incorporada, es decir, incluye todo ese proceso de clasificar nuestras cosas, embalarlas y hasta contratar un camión que lleve los muebles que vendimos a sus destinos varios. Y aunque planificamos todo esto con antelación y digamos que nos ha ido bastante bien con respecto al plan, hay factores que no se ponen en papel y que a veces no los vemos venir, por ejemplo el cansancio, las emociones, los ritmos de cada persona, los imprevistos…

En estos días es cuando más hemos deseado quedarnos dormidos y depertarnos ya en Canadá. Saltarnos los 8 días que nos faltan, o por lo menos, la parte menos divertida de ellos. Ya empieza a pegar el cansancio, físico, emocional y mental. Son días de levantarse igual de temprano y acostarse quizás muy tarde, haciendo maletas, preparando cajas. Son días de diligencias que se multiplican (haces una y te salen tres), de lidiar con el tráfico, con las fallas de siempre en los servicios, con los contratiempos cotidianos, con el calor…Y bueno, ya todo esto no se lleva con la misma paciencia porque nos sentimos más allá que aquí. Con un pié en el avión.

El día de hoy nuestra sala en más como un galpón lleno de cajas, bolsas y peroles, clasificados por zonas: el rincón de las cosas que se van a casa de mi mamá y el de las que se van a casa de mi suegra. Ellas luego se encargarán de repartirlas juiciosamente entre familiares, amigos y gente que las necesite. La entrega de los muebles la haremos en dos fases, porque son muchos y van a puntos opuestos de la ciudad. Si les gusta ser organizados y estimar bien el tiempo que toma  la actividad de «Entregar Muebles», recuerden que el plan de incluir: desocuparlos y repartir su contenido en cajas o bolsas, limpiarlos, embalarlos, reparar algún detalle de uso, ponerse de acuerdo con la persona que lo recibirá, acordar el pago del traslado, contratar al camión. A nosotros todo esto nos ha tomado casi 2 semanas.

Por otro lado, hemos empezado en paralelo a hacer las maletas, lo cual lleva también su tiempo y esfuerzo. Por ahora solo tenemos listas las dos primeras.

Qué nos estamos llevando?

  • Ropa, como para usar en lo que queda de la primavera y en el verano.
  • Las chaquetas de Fer, como para usar en el otoño.
  • Pocos zapatos, los más cómodos, los que usamos a diario.
  • Artículos básicos de aseo personal.
  • La bisutería que uso normalmente. De Sofia, algunas pulseritas, sus lazos, colas y muñeritas.
  • Mi maquillaje.
  • Los juguetes seleccionados por Sofia, que en general, son pequeños. Lo más grande es su kit de pintura, que viene en un maletín que ocupó un tercio de maleta.
  • Algunos artículos electrónicos: la laptop, un disco duro externo con nuestro backup digital, un portaretrato digital con miles de fotos cargadas, una fomentera eléctrica, la plancha alisadora para el cabello y un rizador, el Nintendo DS de Sofia con sus accesorios, nuestros celulares con sus accesorios, la cámara fotográfica, y un DVD Player que no es portátil, pero es bastante pequeño.

Otras cositas que pienso meter en la maleta, simplemente porque caben, son livianas y me parece coveniente llevar:

  •  Un juego de cuatro vasos Tupperware con tapa.
  •  Una buenas tijeras.
  •  Kit de costura.
  •  Mis paletas de repostería.
  •  Un juego de cubiertos nuevecito que nunca usamos (bueno, confieso que si al final pesa mucho en la maleta, lo dejaremos).
  •  Bolsas de mercado, de las de tela, que son reciclables y ecológicas y se usan mucho en Canadá.

No nos estamos llevando ningún mueble, ni lencería, ni libros, ni adornos. Quizás dejemos un par de cajas con albums de fotos y otros recuerdos para que nos las envíen más adelante.

Es verdad que los últimos días son muy exigentes de por sí, sobre todo a nivel emocional (estamos a punto de dejar atrás familia, amigos y país) y además hay que sumarle el esfuerzo físico y mental de organizar una mudanza, y porque no, la melancolía que surge del apego a nuestras cosas, a los espacios de nuestra casa, a las rutinas cotidianas.

Pero al final, se trata de eso: desmontar la vida aquí y meterla en cajas y maletas, para llevársela a Canadá junto con la ilusión del nuevo comienzo.

Dólares y Cadivi

Para los que me leen desde otros países, les cuento que en Venezuela existe control de cambio. Eso significa que la adquisición de moneda extranjera (dólares o euros) está limitada por el gobierno, según un conjunto maquiavélico de reglas que son administradas por la Comisión de Administración de Divisas, a la cual le llamamos cariñosamente CADIVI. Lo de cariñoso obviamente es sarcasmo.

No me quiero apasionar hablándoles de todas las penurias que pasa el venezolano común y corriente para conseguir dólares, lo que si les puedo mencionar es que lamentablemente hemos tenido que aprender a vivir con el control de cambio y utilizamos ese ingenio tropical que nos caracteriza para conseguir los billetes verdes. De hecho, ese «ingenio» a veces raya en lo ilegal, y es por eso que los señores de CADIVI se divierten colocando más y más reglas.

El punto es que la semana pasada solicitamos nuestros cupos de dólares para viajes al exterior, los cuales son de hasta $2500 para uso con tarjeta de crédito y $500 en efectivo. Claro, estos montos varían dependiendo de la duración del viaje y si vas a determinados países,  como Canadá.

El cupo Cadivi se gestiona a través de los bancos. Fer y yo fuimos a bancos diferentes: Banesco y Mercantil. De la puerta para afuera, ambos bancos se rigen por la normativa del Control Cambiario. De la puerta para adentro, cada banco tiene un conjuntico de reglas menores, aplicadas más que todo a la forma en como se llenan los formularios de solicitud, o como se arma la carpeta de recaudos a consignar.

Les cuento en resumen como nos fué con cada uno, por si nuestra experiencia les sirve en el corto plazo (antes de que los Señores de Cadivi cambien de nuevo las reglas):

En ambos bancos el proceso fué muy sencillo. A través del portal de cada uno pedimos la cita para asistir a la agencia e introducir la solicitud, ambas citas las dieron para el día siguiente.

En el portal de Banesco hay toda una sección dedicada a los cupos cadivi. Por allí no solamente se pide la cita, sino que también se pueden generar todas las páginas que conforman la carpeta de recaudos. Para eso se escanean y se cargan documentos como la cédula, el pasaporte y los boletos. Al final solo hace falta imprimirlos y salen listos para la carpeta, con número de folio y todo. Hasta las etiquetas se pueden generar a través de este sistema.

En el portal de Mercantil, solo existe la opción de solicitar la cita. Las carpetas hay que armarlas a pie. Nosotros compramos unos paquetes que venden en algunos supermercados y librerías, y que contiene todo lo que se necesita: carpetas marrones, hojas de portada, etiquetas, etc.

El día de la cita en la agencia de Mercantil el ejecutivo que atendió a Fer fué bastante rápido, revisó solo los documentos de la primera carpeta, asumiendo que la segunda era una copia y por lo tanto estaban correctos. Cotejó los números y fechas de cédula, pasaporte y boleto. Selló los comprobantes de recibido, y listo.

En Banesco, fueron mucho más minuciosos en la revisión. El ejecutivo me hizo una serie de preguntas suspicaces: cual aerolínea iba a utilizar, cómo era el itinerario, cómo había pagado los boletos… Fer y yo nos mirábamos extrañados, porque aquello más que servicio al cliente era interrogatorio al delincuente. Luego el ejecutivo tomó los boletos y mi cédula y se los llevó por largo rato. Al regresar, ya molestos le preguntamos si había algún problema. El muchacho nos explicó que todas esas preguntas se deben al procedimiento de seguridad que sigue ese banco para comprobar que la solicitud de divisas sea LEGAL ya que se han presentando numerosos casos de viajes fraudulentos, inventados, de mentira, solamente para obtener los dólares Cadivi y luego venderlos en el mercado negro… Se acuerdan los que les dije del ingenio tropical?

Luego de casi una hora en este proceso de revisar una a una cada hoja de la carpeta, cotejar números y validar boletos, el muchacho de Banesco nos dice que había un ERROR en nuestra solicitud. El error era que habíamos colocado MAL el número de la visa. El que utilizamos para colocar en la planilla fué el «No. de Documento» que aparece en nuestra visa canadiense, cuyo formato es «T999999999«. Según Banesco, el número correcto es el que aparece en rojo y de manera vertical, del lado derecho de la visa, y cuyo formato es «B999999999«. Tuvimos que correr a un cyber-café cercano a modificar el formulario y corregir el supuesto error.

Y adivinen que? en Mercantil ni se enteraron de este error y aceptaron las planillas tal cual como las llenamos. Y adivinen que más? En ambos bancos nos aprobaron los cupos Cadivi, tanto de tarjeta de crédito como en efectivo, en menos de dos días.

Como dijo Fer, ahora viene la Fase II: que nuestras tarjetas de crédito sean aceptadas en Canadá…